
Entre la conmiseración
que otorga el paso de los años
en la devastada mente,
y el conformismo
que implora el cuerpo
tullido
en miles de batallas
de belicosos argumentos
que siempre eran de otros.
Entre el espanto del sueño quebrado
y la arrogante sombra de la supervivencia,
vaga errante una niña
con tres heridas
y una sola venda...
!La de sus ojos!
Una niña
a la que sólo le crecen
los enanos.
Y sigue sin saber
si los buenos son los indios
o los vaqueros.
Y sigue clamando
solidaridad a la luna
que luce su perenne sonrisa
cuando todos lloramos.
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