Revelando recuerdos.

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miércoles, 20 de enero de 2016

Piedra de vida ( A Sara)


A mi hija Sara.




("El tiempo es corto, la vida fugaz").







Pasaste por nuestra vida

como lo hacen las piedras, desde la solidez de su linaje

abrazando la espesura de lo sutilmente bello,

inertes al arroyo.


Atenazada por lo vacilante de nuestros pasos

desde el rigor de tu piel interminable ,arañando lo
 
absoluto.

La piedra no es providencia del camino, hazte
 
compasiva rama

y las verás desde las altivas lindes igualitarias 

 salir de su silencio inmóvil hechas canto de natura.


No pretendas que su danza complazca las carencias

de saberte desdibujado vaivén en las tripas del viento.




 fuiste piedra sagrada; hacedora del exhaustivo reposo

en la orfandad del colibrí, holgado néctar de flores,

 pincel posado en lo perpetuo del día

donde los colores te nombraban complacidos.

Asi como los pulgones roen las lechugas poco a poco

las maravillas consagradas en mayo probaron

el áspero de los labios desnudos.


Con la templanza de lo estipulado en alguna estrella,

una nota, una sola nota de flauta

es capaz de calmar al mundo.


dueña de todo lo visible e invisible

robaste un sueño de extrañeza a todas las cosas.

Pasaste por nuestra vida,

como una piedra en Sión, angular y escogida.

Piedra del templo de Dios,

tan hecha a la incierta permuta de nuestras voluntades

que las terrenales aguas no te sirvieron para sanarte.

Creced creced malditos.





Tenían veinte años
y un rumor salado
como de lágrima
con sabor a guerra y estraperlo.
Las películas en blanco y negro,
la clandestinidad de los portales.
Lo inútil de compadecerse
aprendieron a golpes.
Tenían todo el amor
del mundo para gestionarlo
y una eternidad prometida en blanco.
¡Tanto amor, tanta juventud¡
Luego llegamos nosotros.
Los hijos de los restos.
Y el producto
pudo más que el multiplicador.


lunes, 4 de enero de 2016

My way.



A menudo imagino
que vivo en una casa
en las abruptas faldas de una montaña.
De abetos repleta,
que al abrir las ventanas
lavan mis marchitos pulmones
con su savia.
Y nieva en invierno, y en primavera
las amapolas me sueñan
rojas como esta sangre infecta.
La pradera al fondo,
en una misericordia del infinito
con sus lunares de margaritas.
Dentro el calor,
todo este calor naciente de estas manos
que no saben dónde gestar
esa familia que siempre quise.
Quise muchos hijos
para poner con ellos un abeto en navidad,
lleno de bolas y espumillones y muchas luces,
miles de luces alumbrando este cansancio.
La chimenea al fondo como una canción
crepitando cuentos con finales felices.
Esos hijos míos,
no morían en este sueño.
Se hacían juncos abiertos al sol,
que nada ni nadie quebraba.
Los hijos de mis hijos venían a verme
y con sus lenguas recién estrenadas
me llamaban abuela.
Yo les preparaba galletas en el horno.
Y juntos veíamos caer la nieve
atascando nuestra puerta, esa puerta
abierta siempre al regocijo.
Cada uno vive como puede.
Yo
me cambio de traje para otro baile
cuando el maldito griterío de mis guerras
coloniza mi mente.
Necesito que siga la danza
y siempre la misma balada de Sinatra.
"A mi manera"
Entonces lloro y sé que existo.