Con que poco
tú y yo
nos conformamos.
Cuando el sol peina nuestros minutos
mutando el gélido trazado
con su cálida fragancia
de azahares elocuentes y concisos.
Cuando renace el cántico del viento
y sus púas de mundos nuevos
aposentan nuestros miedos.
Entonces…
tan sólo nos miramos.
Y cuando a la sombra nos ponemos,
creemos que nos amamos.
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